Sunday, November 23, 2014

Birdman: la angustia de volver a ser


Dr. Francisco Flores-Cuautle
Wichita State University

La última película del director mexicano Alejandro González Iñárritu—Amores perros (2000); 21 gramos (2003); Babel (2006); Biutiful (2010)—es una sofisticada reflexión sobre la violencia, la represión y la modernidad como angustia generalizada. El cine de González Iñárritu ha evolucionado desde las narrativas de la confrontación identitaria—individual y colectiva—hasta la exposición y visión crítica del mundo angustiante, donde se desarrollan las contradicciones del sujeto dentro de la modernidad.

En esta cinta no se exponen las virtudes del superhéroe, al estilo X-Men, sino su decadencia, sus miserias, sus potencialidades devastadas y reprimidas. Se expone a un superhéroe venido a menos que parece conformarse, en su vejez, con dirigir y actuar su propia obra de teatro: De qué hablamos cuando hablamos del amor (basada en un cuento de Raymond Carver, publicado en 1981).

La tesis que guía Birdman es que el sujeto dentro de la modernidad no tiene otra alternativa que resolver su conflicto interno: entre sus deseos reprimidos y la compleja realidad que debe enfrentar cotidianamente. El protagonista de la cinta, Riggan Thomson / Birdman, intenta resolver este dilema a través del teatro como arte fundacional de la representación en vivo.

Es el teatro el que lleva a Thomson a profundizar en su ser; en su relación con las materialidades y superficialidades del mundo cotidiano en el que vive: su relación con los demás, sus problemas económicos elementales, por ejemplo.

A lo largo de la cinta, vemos distintas violencias: el lenguaje soez, hiperbólico y caótico que utilizan los protagonistas; los pasillos del teatro de Broadway donde vive Thomson, que vislumbran la interioridad laberíntica y caótica de cada uno de los personajes, sobre todo, del protagonista; las relaciones humanas distorsionadas y eternamente conflictivas; y, finalmente, la agresiva voz interior de Thomson: la voz del superhéroe que fue, la del Birdman suprahumano que le recuerda permanentemente que es capaz de volar y controlar la gravedad material a plena voluntad.

Al final, Thomson, estando en escena, intenta un suicidio que no se realiza, pero que le revela su destino final; debe liberarse, no reprimir más su condición existencial, volver a ser Birdman. La tensión se resuelve con un vuelo que provoca que el sujeto, después de hundirse entre las profundidades de su drama personal, decida emprender el vuelo hacia lo más afuera de él, hacia el mundo que había tratado de reprimir.


Se está, al final de la cinta, ante la ambivalencia de la modernidad: el ser humano, al salirse completamente de él—como celebridad, como actor, como personalidad realizada—corre el riesgo de encontrarse con su ser más profundo, su seidad reprimida, con lo que siempre había sido, con lo que volvió a ser al emprender el vuelo: Birdman.

Friday, November 7, 2014

Entender la violencia en México: Reinventar la nación, agenda ciudadana urgente



Dr. Francisco Flores-Cuautle 
Wichita State University 
   En las últimas semanas se asocia México con el término “violencia”. Quedaron atrás aquellos años en los que México era un sinónimo de culturas milenarias, un mundo maravilloso por visitar y descubrir. El mundo de los grandes creadores y escritores mexicanos, el de la diversa y fascinante cultura milenaria, ha sido substituido por la idea de un México violento.

El tema que ha dado la vuelta al mundo es el de Iguala (Guerrero, México). El 26 de septiembre seis personas fueron masacradas, entre ellas tres estudiantes normalistas, 25 resultaron heridas, y 43 desaparecieron. Hasta ahora, no hay una versión oficial sobre quiénes, o bajo la orden de quién, se llevó a cabo este brutal acto.

Estamos ante el caso de violaciones a los Derechos Humanos más severo en los últimos cuatro decenios. Es un tema cruel, sangriento, lleno de interrogantes. El Gobierno mexicano, a pesar de tener toda la capacidad de informarse sobre lo que sucede a lo largo y ancho de la nación, afirma no saber nada del paradero de los 43 estudiantes desaparecidos (reportes actualizados sobre este tema pueden ser consultados en este link: http://goo.gl/4TOCHl).

Este acontecimiento no nace en un vacío histórico, tiene sus explicaciones. En lo que sigue expondré mis observaciones.

El actual gobierno de México, dirigido por Enrique Peña Nieto, niega todo, afirma no saber nada sobre los 43 estudiantes; entonces, ¿sus aparatos de inteligencia no funcionan? Esta negación forma parte de un completo sistema comunicacional. Primero, el gobierno mexicano,  niega saber, después, acepta que hay dudas razonables y, finalmente, acaba imponiendo “su verdad”, ya que controla los principales medios de comunicación. En otras palabras, de “imponer su verdad” el gobierno ha hecho todo un sistema administrativo.

Además de las imposiciones antes explicada, hay que añadir que en México se ha consolidado una corrupción gubernamental generalizada. Los políticos, sean del partido que sean—PRI (Partido Revolucionario Institucional), PAN (Partido Acción Nacional), PRD (Partido Revolución Democrática)— comenten delitos graves, pero nunca se les llama a rendir cuentas. Los políticos se hacen millonarios a costas del erario—desarrollan múltiples negocios amparados en las partes frágiles de la ley— y no hay forma de exigirles un comportamiento ético. Parece no haber poder judicial capaz de juzgar a los políticos corruptos. Impunidad y simulación, corrupción y privilegios.

Es posible afirmar que casi todos los gobiernos mexicanos (durante el siglo 20 y hasta el actual) han dirigido la nación desconectados de los ciudadanos. La consecuencia real de esta conexión es que la democracia mexicana, en sus múltiples crisis y transiciones, aún no se ha consolidado y tardará mucho en hacerlo si los ciudadanos no ejercen una presión inteligente para que en México se consolide una democracia estable y duradera.

El caso Iguala—Ayotzinapa, el lugar en donde estudian los normalistas desaparecidos—ha desatado una indignación no sólo nacional sino mundial entre las sociedades civiles del globo. La información ha fluido de forma poderosa a través de los medios convencionales y las redes sociales. De una u otra forma, gran parte de los ciudadanos del mundo han tomado consciencia sobre la gravedad del asunto: las manifestaciones de apoyo a favor de que aparezcan pronto los 43 estudiantes desaparecidos se siguen multiplicando.

La violencia en México siempre ha existido, con menores o mayores intensidades, de acuerdo a cada etapa histórica, como la existe en cualquier país alrededor de mundo. Sin embargo, desde el sexenio del anterior presidente de México, Felipe Calderón, se desató por completo la violencia debido a que éste declaró una “guerra” frontal contra la delincuencia organizada. El resultado de la acción emprendida por Calderón fue la apertura de un periodo tenebroso en el que han muerto miles de personas.

Lo que agudizó la situación fue que, en medio de las peleas entre las autoridades policiales y los delincuentes de distintos bandos y adscripciones, se encontraba la sociedad civil. Ésta, la sociedad civil, es la que en realidad ha sufrido de forma brutal y sanguinaria esta “guerra”. Consecuentemente, la sociedad civil ha tenido, en casos extremos, que organizarse y hasta armarse en lo que se ha llamado “autodefensas” (reportes actualizados sobre las “autodefensas” pueden ser consultados en este link: http://goo.gl/hr5QkF).

Se puede decir que la violencia actual viene de forma directa del descontrol nacional del sexenio pasado y, asimismo, de la imposibilidad del actual gobierno de transformar la realidad para resolver no sólo el problema de la violencia sino, también, los de la distribución económica y de justicia.
En suma, son distintos los factores que ha provocado la violencia desatada la en México: la guerra contra el crimen del sexenio anterior, la corrupción y la impostura comunicacional del gobierno, así como la imposibilidad de la sociedad civil para organizarse y exigir mejores cuentas a sus políticos.
A manera de conclusión, quiero pensar que los ciudadanos mexicanos, en quien veo la gran potencialidad para el cambio necesario, deben reorganizarse para intentar rehacer una idea de México.

La sociedad civil necesita reinventar la nación a partir de la idea de que, hacia dentro, debe haber una recuperación de una memoria viva y crítica, capaz de evocar los grandes logros en la historia de México y ser capaz  de, no sólo imitarlos, sino de asimilarlos a una realidad contemporánea. Asimismo, se debe construir una imaginación solidaria, es decir, una imaginación capaz de agrupar a los mexicanos en comunidades copartícipes y mejor organizadas. Finalmente, se debe emprender una reconstrucción de la creatividad política que ayude a los ciudadanos a encontrar formas de solidificar la democracia para poder ejercer presión real contra los gobiernos que dirigen la nación.