Dr.
Francisco Flores-Cuautle
Wichita
State University
La
comunidad latina de los Estados Unidos está experimentando situaciones
especiales que la hacen ser una de las más importantes y con mayor potencial de
desarrollo en los próximos años. Estudios de todo tipo se suceden para tratar
de entender la comunidad latina desde múltiples perspectivas: socioeconómica,
histórica, política, artística, etc. Sin embargo, una de las labores
fundamentales que tenemos que desarrollar los latinos, es reflexionar sobre nuestra
propia condición (dentro y fuera de los Estados Unidos) para poder construir
agendas de acción política y social que guíen nuestras acciones diarias.
En esta ocasión,
quiero reflexionar sobre la otra frontera,
la que conecta Centroamérica y México. Por sus propias características, esta
frontera llama poco la atención en los Estados Unidos pero, como lo veremos en
este artículo, es indispensable enterarnos de la situación que caracteriza esta
región para poder comprenderla de forma amplia.
Asimismo, es importante exponer este tema porque, si los latinos
queremos—y exigimos—recibir un trato apegado a la carta universal de los
derechos humanos, cuando cruzamos la frontera y arribamos a los Estados Unidos,
de la misma forma debemos exigir que en las distintas fronteras de los países
de Latinoamérica se respeten los derechos humanos de todos aquellos que cruzan
sus fronteras. Es un hecho que los centroamericanos, como gran parte de los latinos
que quieren emigrar a los Estados Unidos, cruzan las fronteras que sean
necesarias para forjarse un mejor modo de vida, pues en sus países de origen
experimentan toda una serie de realidades
(sociales, políticas, económicas) que les impiden vivir en situaciones
mínimamente aceptables. En suma, es indispensable reflexionar sobre las
condiciones de cruce fronterizo que se experimentan en los distintos países de Latinoamérica
para entender y estudiar los problemas de estas zonas geográficas y, de esta
forma, intentar resolverlos.
En el mes
de julio de 2013, la revista mexicana Letras Libres publicó un dossier cuyo título es muy sugerente: La frontera de la vergüenza:
México-Centroamérica < http://goo.gl/QOjTjP >. A través de una serie de reportajes de
investigación, se indagan los entornos tan críticos que tienen que experimentar
los centroamericanos que, como paso necesario para llegar a los Estados Unidos,
tienen que cruzar a través del territorio mexicano; desde la parte sur (en
Chiapas) hasta la frontera norte de México con los Estados Unidos. De entre los
cuatro reportajes que se publicaron en la revista, quiero destacar dos: “Los
migrantes que no importan” escrito por Francisco Goldman; y “Los albergues de
la esperanza” por Alberto Nájar. Estos dos textos ofrecen un panorama completo sobre
los grandes y diversos problemas que experimentan los centroamericanos al
cruzar la frontera entre Centroamérica y México, pues lo que de forma
tradicional se conoce como uno de los países más fascinantes del mundo, México,
se vuelve un verdadero calvario para los centroamericanos que buscan llegar a
su primer destino: el norte de México.
Francisco
Goldman basa su artículo en el análisis de un libro escrito por el salvadoreño
Óscar Martínez, Migrantes que no importan
(2010). En su reportaje, Goldman analiza la situación de los “migrantes que no
importan”, aquellos centroamericanos que son invisibilizados por los principales
medios de comunicación de México, pues éstos parecen no estar dispuestos a
mirar esta compleja realidad. Goldman resume de forma clara la situación que
los medios de comunicación tratan de ocultar:
[Los migrantes centroamericanos] escapan del temor; lo intercambian por
el miedo irrefrenable y continuo que descubrirán y aprenderán a soportar en sus
travesías al norte, con pocas posibilidades—cada vez menores, según nos
enteramos en Los migrantes que no importa—de en efecto llegar a los Estados
Unidos. A lo largo de la ruta, serán cazados por los cárteles, la policía, las
autoridades migratorias mexicanas, los maras y otras tantas pandillas rurales;
serán asaltados, esclavizados, obligados a participar en asesinatos y
violaciones. Ocho de cada diez mujeres migrantes que intentan cruzar por México
para llegar a la frontera norte sufren abuso sexual, en ocasiones a manos de
otros migrantes. (Letras libres, 19).
Por su
parte, Alberto Nájar, en su reportaje: “Los albergues de la esperanza”, nos
ofrece un análisis completo sobre una serie de albergues que han sido creados en
México para amainar las vicisitudes que experimentan los migrantes
centroamericanos cuando cruzan la frontera sur de México. Nájar realiza una
serie de visitas a los distintos albergues en los que se les ofrece ayuda a los
migrantes más desvalidos para que puedan recuperarse de los accidentes que sufren.
En su investigación, Nájar subraya el papel de personajes como los padres
Solalinde o Flor María, así como el de Olga Sánchez, quienes brindan de forma
humanista una ayuda que se ha vuelto indispensable para los individuos más
vulnerables de la frontera.
En suma,
invito a mis lectores a estudiar el reporte original en el que basé este
artículo para que, de esta forma, no sólo se enteren de forma detallada sobre
la situación tan problemática que enfrentan los migrantes centroamericanos al
cruzar la frontera sur de México, sino, también, para que estudien y discutan esta
compleja situación dentro de sus propias comunidades. En última instancia, mi
objetivo es poder pensar y proponer posibles soluciones a este problema
migratorio que, de una u otra forma, afecta a las comunidades latinas que
vivimos en los Estados Unidos.